Algunos deben haberse
planteado el vegetarianismo como dieta después de conocer la detección
de carne de caballo en unas hamburguesas
comercializadas en Irlanda. El caso ha transcendido y las "autoridades" han abierto una investigación. ¿Qué es lo sorprendente? Que la carne de caballo sea comestible.Sorprendente, para algunos.
Dejemos de dar por hecho que
la diferencia entre comestible e incomestible solo tiene que ver
con la nutrición. Alimentos digeribles y
nutritivos, cuando se marinan en nuestros prejuicios, se transforman en
repugnantes. De qué tenemos que escandalizarnos si encontramos exquisitas la
sangre en la morcilla, la lengua de vaca o las criadillas.
A la
hora de comer no solo nutrimos nuestro cuerpo, alimentamos la herencia cultural
de nuestro árbol genealógico con sus creencias, supersticiones,
hambrunas, etc. Lo que se califica como alimento en una parte del planeta es un
sacrilegio a miles de kilómetros (p.e. la carne de vaca para los hindúes), un
acto de crueldad (la carne de perro), o repulsivo(p.e. los insectos o la sangre
de serpiente).
Si le ponemos nombre, no nos lo comemos
¿Cómo vamos a cocinar a Toby
después de haberlo cuidado, alimentado, acariciado y dejado que duerma en
nuestro regazo? Sin duda, porque no tenemos hambre. Tenemos otras alternativas.
Entonces, ¿cómo es posible
que en China haya sido habitual comer carne de perro? No se trata de sadismo gratuito,
es por una razón lógica: la escasez de otros animales que proporcionen
proteínas.
Cuando hay hambre…
En Nueva Guinea era habitual
tener como mascota a los cerdos. Las mujeres se encargaban de su cuidado,
llegando a dar el pecho a los cochinillos. Según la antropóloga Margaret Mead, los
cerdos: “agachan la cabeza cuando se les regaña o se frotan contra las piernas
del amo para solicitar su favor”. No deja constancia de si se
colocan panza arriba para ser acariciados o traen el periódico.
No por haber creado estos
lazos de afecto dejan de ser comida para el grupo. Los hombres, ajenos al
cariñoso trato dispensado, son los encargados de sacrificarlos para alimentar a
la familia. Sin cargo de conciencia. Tan simple como saciar el hambre.
La mascota se come al hombre
En el antiguo Egipto, la aristocracia
daba muestra de la pompa y estatus al mantener como animal doméstico a leones y
tigres. Sin necesidad de latas de pseudo-paté, cual gato o perro común del
siglo XXI, su dieta se basaba en el consumo de carne
fresca humana de esclavos y prisioneros de guerra. Carne de
primera para mantener un pelo brillante y la musculatura ágil.
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