* EUFEMISMO: Manifestación
suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante
Cuando quedan unos días para la celebración de Carnaval dedico
esta entrada a la “fiesta de carnaval” constante en la que viven las palabras:
El eufemismo y su uso excesivo con distintos fines.
A veces endulza lo amargo, a veces emborracha el significado
haciendo que pierda el norte.
Los políticos son muy dados a los eufemismos y sus asesores de
comunicación expertos en obviar la inteligencia del respetable. Enmascaran un
concepto tras una expresión más “amable” bañando la idea en perfume barato para
tapar el verdadero olor. Estamos ya muy
acostumbrados.
El eufemismo, como trending topic, se inserta en
discursos, artículos de prensa y tertulias maquillando la realidad de manera
que desnuda ya no la entendemos o nos parece demasiado fea.
Su fin es suavizar el impacto, pero la reaccion conseguida es la contraria: como un resorte, salta por encima del discurso y nos pone en guardia.
Reformas, desacelaración, reestructuración,
racionalización, ajustes, reorientación de recursos, flexibilización, etc. Nuestro
traductor interno destapa la cruda realidad... o no, porque muchos de estos
términos han calado de tal manera que hemos creído a pies juntillas la palabra
dada, la que disfraza. Objetivo conseguido.
En algunos casos liman las aristas con las que se hieren
sensibilidades, y se agradece. Lo llevamos haciendo desde los 90, desde que la
sociedad es políticamente correcta, menos madura para afrontar el lado oscuro
de la realidad.
Los hay que, sin miramiento, confiando en el poco seso de la
audiencia y encomendándose al santo patrón de la ignorancia mienten, se alejan
hasta las antípodas de lo que deberían expresar. De estos cada día hay más en
esta realidad cuyo relato parece a veces esperpéntico.
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